El glaucoma es una enfermedad crónica, progresiva e irreversible, que causa un daño a nivel del nervio óptico caracterizado por ser asintomático hasta fases avanzadas de la enfermedad, donde se presenta típicamente una reducción considerable del campo visual o en otras palabras, una pérdida de visión casi completa dejando solamente un remanente de visión central.
En la mayoría de los casos esta condición se asocia a presiones intraoculares altas (>21 mmHg) por lo cual el principal tratamiento es el uso de gotas oftálmicas que mantienen la presión dentro de valores normales. Sin embargo, existen situaciones en las que las gotas oftálmicas no son suficientes para mantener controlada la presión y evitar el daño a nivel del nervio óptico, por lo que se requieren otros tratamientos como: